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Thursday, July 7, 2011

Bar Basque: Worth it for the drinks and view, but not for the food

(la versión en español está abajo)
I was really looking forward to sampling the fare at Bar Basque, a tapas restaurant on the second floor of the swanky new Eventi hotel between 29th and 30th on 6th Avenue in Chelsea. I ventured there after work with my friend Danny, a former Barcelona, Spain resident as well.


As we approached the hotel, there were no signs indicating BB's existence. When we stepped off the elevator on the second floor we were confronted by a red wall with plastic computer chip replicas embedded into it. We were confused. The decor was deranged, with a sci-fi meets coastal Mediterranean fine dining restaurant weirdness.



We headed to the outdoor space, which was exquisite, save for the surveillance camera-esque black floor lamps that seemed to watch our every move. We reclined on the white leather couches, while a group of fancier folk partied in the shrub-walled in VIP area to our left. The large sliding glass wall panes around us made the space feel like a modern greenhouse. Across from us was a jumbo TV screen in a small courtyard, which is used for outdoor film and video projections in the warmer months. The one thing that did look Spanish and also added a bit of levity to the place was a large sculpture of a pig.


The tapas, like the decor were equally disappointing and a bit bizarre. First, the octopus was rubbery and came disguised in a sardine tin. The ham croquettes were crunchy and buttery, but didn’t appear to be cooked all the way. The patatas bravas were listed on the menu to be accompanied by chimichurri (an Argentine sauce usually served with steak). Freaked out by this, we requested a side of alioli (the smooth garlic sauce bravas usually come with in Barcelona). The potatoes came overdone, with a bizarre thick glob of a barbecue-like sauce below them. The alioli side sauce was nowhere to be found, till we asked three more times for it. We kind of got the feeling we were not being catered to in the same way as the beautiful people who surrounded us. At the same time the bill was delivered a staff member slammed a ‘Reserved’ sign down on our table—we got the message.


I would go back to BB for the cocktails. The mojito was refreshing, not at all too sweet and the berry gin and tonic with an abundance of gorgeous blackberries, strawberries and blueberries delighted my friend.


Oh how I miss La Xunta, a fantastic East Village authentic tapas joint that closed down. Guess I’ll just have to stick to my tapas trials and hope I find a winner. Got any suggestions?

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(la versión en español) Hoy en día parece que cada cinco minutos abre un bar de tapas en la ciudad de Nueva York. Uno de ellos que acaba de abrir es el Bar Basque, un bar-restaurante de tapas situado en la segunda planta del nuevo hotel Eventi, que está en la 6a avenida entre las calles 29 y 30 en el barrio de Chelsea, Manhattan. Fui a echar un vistazo con mi amigo Danny, quien vivió durante un tiempo en Barcelona, como yo. 

Teníamos muchas ganas de tapear pero cuando nos acercabamos al hotel ni había un cartél, ni nada avisando que había un bar-restaurante de tapas por ahí. Yo tenía que preguntar a una empleada en la entrada del hotel para saber si estabamos en el sitio correcto. Subimos a la segunda en el ascensor y cuando abrieron las puertas, flipabamos. Enfrente de nosotros había una pared gigante, rojo, con lo que parecían ser chips de ordenadores. El interior era muy extraño, fue una mezcla de estilos. El estilo de un restaurante tipico de la costa del mediterraneo con el estilo de un bar de cienca-ficción. Fue muy, muy raro.


Fuimos directamente a la terrazza que era exquisita, menos las lámparas que parecían a cámaras de vigilancia. Pero bueno, nos sentabamos en las sofas blancas de cuero, muy modernas y comodas. A lado había una sección VIP que había escondido detrás de un muro de arbusto. Afuera, enfrente de donde estabamos había una pantalla gigante, a lado de un patio, es ahí donde proyectan videos y pelis al aire libre durante los meses de verano. El único toque super español fue una escultura gigante de un cerdo.


Y las tapas, pues eran tan malas como el diseñodel interior. El pulpo era correoso y su presentación, extraño. Vinó el pulpo en una lata normalmente utilizado para anchoas. Las croquetas de jamón fueron un poco mejores. Aunque parecían que faltaban unos minutos más al horno. Y las patatas bravas, mi tapa preferida, pues en la carta decía que van acompañadas de una salsa chimichurri, que normalmente se sirve con carne. Nosotros pedimos alioli en vez de chimichurri. Pero cuando el camarero nos trajo las bravas no había el alioli, tuvimos que pedir tres veces más hasta que nos lo trajo el alioli. Quizás si hubiesemos sentado en la sección VIP hubiesemos recibido un mejor tratamiento. Porque al momento de pedir la cuenta, otro empleado del BB vinó y puso en la mesa un cartél 'reservado.' Fue cuando nos dabamos cuenta de que no estabamos bienvenidos ahí.


Yo regresaré a BB para tomar unos cocteles porque el mojito y el gin tonic con moras y fresas fueron refrescantes y sabrosos. Pero no puedo evitar de extrañar La Xunta, un sitio de tapas que estaba en el barrio East Village hace años. Se cerró hace mucho y es una pena, porque fue un sitio de tapas ideal. Lo único que puedo hacer es seguir en mi busqueda de encontrar el sitio perfecto de tapas en Manhattan. ¿Alguien tiene sugerencias?


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